viernes, 26 de febrero de 2010

Biblioteca


Biblioteca...

Pasar un rato en la biblioteca es toda una aventura, todos hemos estado en una biblioteca alguna vez, unas veces con la urgencia de un libro necesitado en una busca con prisas, otras, con el dulce sabor de cotillear entre sus estantes esperando encontrar ese alimento que llevarnos a los ojos, algunas, sentados aprovechando su silencio para dar un empujón a esos estudios que se nos atragantan, pero....
¿Alguna vez has estado en una biblioteca sentado, mirando?... ¿Soñando?...

En aquella biblioteca las palabras volaban por el aire. Los libros se revolucionaban y bailaban por los pasillos. Algunos rojos, otros amarillos, otros de imágenes, moviéndose por las blancas paredes.
Al fondo, una pareja se comía a besos sin cercanía entre sus cuerpos. Se comían a besos literalmente, como cuando le escribes a alguien lo que le harías si lo tuvieras cerca. Literatura, palabras, se comían a besos visualmente, como cuándo miras a alguien y piensas en hacerle el amor.
En la parte de los pequeños, un pirata se había escapado de un libro infantil y se había quedado dormido en uno de los sillones. No tenía pata de palo, ni un loro en sus hombros, ni un parche en el ojo. Sólo entre sus manos un pedazo de vida desmenuzada, sabor de vino en su labios.
Gente de todo tipo hojeaba revistas. En sus portadas actores, músicos, y famosos que no deberían serlo, tomaban copas sin que nadie los viera. Era una fiesta secreta.
En una de las mesas una joven estudiaba la manera de amar el amor, y cómo podía encontrarlo un sábado noche. O el lunes por la mañana en la cola del supermercado.
Un hombre de mediana edad tenía la letra más pequeña del mundo, se acercaba tanto a sus hojas de apuntes que parecía que tenía hambre de palabras. Unos ojos minúsculos se concentraban en aquel quehacer.
Un libro olvidado en la tercera estantería del fondo del pasillo alargaba las alas para que alguien le abrazara, hacía mucho tiempo que nadie lo tenía entre sus manos y acariciaba sus páginas. Estaba triste. Muy triste.
La pareja seguía ensimismada en sus hojas de apuntes, sintiéndose en la distancia. Ella soñaba con viajar con él a una isla griega. El pensaba en desnudarla. Ella le sonreía. El comprendía lo que estaba pensando, y se tiraban un beso. Y hablaban del pirata que había escapado del libro, del hombre que inventaba palabras con los ojos, de los libros olvidados, de los sueños encontrados.
En sus descansos de estudio paseaban entre el frío, matándolo a base de abrazos. Fumando un cigarrillo que calentaba el animo y los dedos. Perdiéndose en las luces de los escaparates. Entre las calles, muriéndose de frío pero más felices que nunca.
Y volvían al estudio, haciéndo que todo empezara de nuevo. Sólo vivían el momento. Un momento que les sonreía. Y las letras de los libros se juntaban formando palabras de amor en sus labios, las fotografías de un atlas del mundo les enseñaban paraísos que algún día visitarían, el pirata les sonreía, el hombre de los ojos pequeños les escribía con palabras enormes un Te quiero. El café, el café en sus labios sabía mejor que nunca.
Y se pasaban el día comiéndose, lejos, cerca, que más da. Era real.
Otro día terminaba, una aventura más juntos..

Me vuelvo a casa.... Las bibliotecas se me suben a la cabeza.