jueves, 31 de mayo de 2007

me delato...


Me delato


Soy de ojos marrones
soy un humano más
soy y estoy
sumergido en un mundo desconocido.

Vivo para sentir
muero para vivir
Estoy cansado, agotado
desparramado.

Siento como el verde
cambia mi vida.

Pienso en el imposible
olor de tu piel.

Camino hacia el futuro
lleno de Ítacas
rodeadas de senderos
creados por Poseídon.

Escribo
lo que la sangre
en mis dedos dicta.

Destruyo
la malicia cotidiana.

Observo
el mar a deshoras
en una ciudad sin mar,
la luna en mi cama
mis lunares y mis canas.

Enciendo la esperanza.

Acaricio el viento .

Recuerdo
Angelitos negros por la mañana
el verano al medio día
y la locura que me invade en la noche.

Desahogo mis sentimientos
en el papel.
(ya ni eso, es una pantalla)

Escucho
notas detrás de la ventana
Despido las tristezas
Delato mi alma .

42...


Tengo cuarenta y dos nadas

Lo tengo todo y no tengo nada
Tengo el aroma de la mañana
cuando riegan los jardines
el viento del atardecer , paseando al perro


La melodía de la música
Las vocales y consonantes
Mis sentidos
Lo tengo todo y me derrito en la nada


Nada
De donde salí
y a dónde voy
(espejo cotidiano)
Nada
en mi piel


No tengo nada
y lo tengo todo
Una guitarra
una armónica imaginaria
hacen con sus notas
un blues de los mas tristes
Siete palabras
Siete notas
Siete nadas.


Cuarenta y dos caminos,
muchos ceros a la izquierda
Un año mas
(reloj cansado de dar vueltas)
Un dolor.


Mayo no es un mes
es toda una agonía
Pasa , al son de mis pasos
que no son nada
Donde no queda nada ,
nada busques
En algun lugar lo deje todo.

miércoles, 30 de mayo de 2007


Ha llegado la hora,
por equipaje solo llevo mi vieja bolsa,
(lona que ya está muy gastada)
cargada de papeles, ilusiones rotas.
Esperanzas, sueños...
Versos.
Demasiadas palabras...
y algún dibujo suelto.

Mi camino me ha llevado, por muchos senderos,
algunos los he andado,
otros me han dado miedo,
pero de todos ellos,
guardo siempre algún recuerdo.

No es hora de echar cuentas,
ni lo malo ni lo bueno,
mueven ya la balanza.
Sé que seguir así, ni puedo....
ni debo.

Ha llegado la hora, temida y deseada a un tiempo,
de caminar de nuevo,
de dejar mi huella , de meterme dentro.
De volver a encontrarme,
y como un cuenco vacío, llenarme de nuevo
Pero los pies me pesan, no los siento,
solo siento miedo.

martes, 29 de mayo de 2007

interesante...


Al pasar el peine por su pelo color ceniza, fijó la vista en la imagen proyectada sobre el espejo. Era la imagen de un hombre ya maduro, sin edad definida, pero presagiando ya la antesala de los años de un anciano. El espejo, de factura fina y con un marco de plata que desencajaba en aquella pieza modesta, distorsionaba por momentos la figura del rostro caballeroso. Porque sin duda lo era; era, aún en medio de aquella modestia un tanto triste, un caballero de antiguo linaje. La tristeza del ambiente no surgía de la pobreza de esa pieza de alquiler, sino de la elegancia de los ropajes, del espejo de vidrios biselados y del Cristo de marfil que descansaba sobre el aparador. Todo ello hablaba sin duda de otra pieza, de otra casa, de otros tiempos. Era triste, era profundamente triste su contraste, pues no hay pobreza más amarga que la de quien ha tenido riqueza para luego perderla.
Salió de alli apresurando el paso, como queriendo alejarse rápido de algo que le causaba vergüenza e indignidad. Ya en la calle, irguió la frente y caminó altivo. Se borró así, como por acto de magia, todo atisbo de vida real.
Descendió del autobús un par de manzanas antes del Museo de Bellas Artes. Mientras respiraba muy profundo y con resignación, sacó de la cartera un arrugado recorte del periodico: "27 de mayo. M. R. Machón, la afamada pintora española radicada en Milán, inaugura la muestra El Sonido de la Luz." Se volvió luego hacia la vidriera y aprovechando el reflejo de los escaparates vacíos, dio un último toque a su apariencia, colocando la corbata. Se veía bien
Una sutil disculpa y una cara de sorpresa fueron su pasaporte a la sala de exposición. "¿Quizá este en el otro abrigo, no se donde habré dejado la invitación", fueron sus lacónicas palabras. Una vez dentro, vagabundeó fingiendo cara de interés. Permaneció unos minutos frente a un cuadro de un desnudo con la mano entre las piernas y miró extasiado un torso con piel en tonos verdes, azules y rojos. Eran cuadros "mas que interesantes", tal como musitó en un par de ocasiones.
Dio varias vueltas a la sala, mirando cada tanto hacia un estrado instalado en una esquina. Esperaba algo. De pronto, su rostro gesticuló una pequeña sonrisa. Un hombre de chaqueta y corbata instaló un micrófono junto al estrado y anunció a M .R . Machón. La artista se dirigiría a los presentes, explicaría el significado de su obra y luego, ojalá muy pronto, se daría inició al típico cóctel que un evento de este tipo conlleva. La gente que estaba en la sala se reunió en torno al estrado. Muchos de ellos se saludaban con una sonrisa y un movimiento de cabezas, como viejos conocidos, como asistentes habituales de las presentaciones del mundo artístico, de la bohemia. El, con su elegancia ausente y deseando pasar inadvertido, se colocó en un discreto rincón.
Habló la artista. Explicó con palabras incomprensibles, salpicando entre ellas vocablos en italiano, aquello de la luz y del sonido. Describió su teoría particular acerca de las imágenes, la relatividad y el intra-cosmos freudiano.... Aburrió hasta el cansancio a los asistentes con frases acerca de cómo había descubierto la luz. Nadie parecía entender lo suficiente. Finalmente, M.R.Machón explicó que no habría cóctel inaugural, pues donaría ese dinero a obras de caridad. La miseria que había visto por el mundo, tocaba, muy profundamente, su sensibilidad de artista. Los asistentes cerraron las palabras de la pintora con un gran aplauso. Lentamente se desalojó la sala del Museo de Bellas Artes. El salió entre la muchedumbre y caminó hacia la parada del autobús. Antes de subir al Nº 84 miró hacia atrás y suspiró. Tres euros gastados en locomoción y otra noche sin echarle nada al estómago... habría comprado un paquete de fideos.

humo...


Me he mirado al espejo
y he vuelto a decirlo.
El tiempo es un regalo
que no me pertenece.
Cada día es un regalo.
Y nunca tengo tiempo.
Soy el peor amigo
de mi mismo.
Y todo me sigue pareciendo
aburrido, muy aburrido.
He vuelto a decirlo,
a pensarlo, a hacerlo,
a escribir palabras inventadas
y poner sonrisa de mala persona.
He vuelto a decirlo
al mirarme al espejo:
Mentiroso, sólo eres humo.

reversos....



He pedido hora
para cambiar mi autoestima,
mi falta de confianza,
mis titubeos...


Y he decidido poner algo más de bondad
por la zona del centro.


Ojalá fuera tan fácil
como pedir hora
y pagar por ello.


Pediré hora para recortar el egoísmo
y, de paso, ya que puedo,
que me ricen la picardía.


Si acaso hoy no se puede…
si hay mucha gente,
ya me paso otro día.

martes, 22 de mayo de 2007

no estoy conforme....

El ultimo trabajo en poesía que hice se llama así, no estoy conforme, porque la poesía no solo es plasmar los sentimientos (románticos, tristes, ideológicos....) sino también es una forma de expresar tu estado de animo. No estoy conforme son una serie de versos que lo que hacen es protestar (ciertamente de manera desenfadada) porque en toda vida (si, en la tuya fijo que también) hay momentos en que te dan ganas de romper la baraja y mandarlo todo muy, muy lejos....
Tranquilos, no se hace, pero se piensa, y digo yo, por que no ponerlo en verso?

Todos los esfuerzos
no me han servido de nada.
Todo lo que hago, lo razono,
y no ha servido para mucho.
Todo tiene sus motivos.
Todo encaja.
Relájate, me digo, afloja.
Todo lo que un día pensé
que marchaba bien
no era real.
Aprendí mi crueldad,
mi intolerancia.
Todas mis manías
tienen un motivo.
(Y si no lo tienen me lo invento)
Todo lo establecido
no ha funcionado.
Afloja, me digo,
y ni aún así respiro.
He de buscar motivos,
necesito un plan.
Trázalo, organízalo, decide.
No me quedan fuerzas.
Créalo, planifícalo, ejecútalo.
Todos mis esfuerzos
no han servido.
Relájate, afloja, me digo,
Y ni aún así respiro.

al final, vencido....

De sobra sé que no es el mío
el único sendero que se desdibuja.
Pero había flores secas,
hojas muertas, crepitando
bajo el peso de mis pasos.

Las lágrimas caían
silenciosas, angustiadas
como gotas de rocío
( y me las doy de que no lloro)

Te buscaba,
te llamaba
entre la niebla te adivinaba
y no me oías.

El invierno y el letrago
de las flores ya se han ido.

No sé si tal vez pasé a tu lado
pero el paño del espejo,
empañado por el frío,
te ocultaba, te apartaba,
de la sangre que dejaba
coagulada en las esquinas
y de las letras que perdidas
no dibujan ya los versos.
Ya no hierve mi alegría
y una gris melancolía
se derrama por mi plana
geografía. Una llama
se ha apagado.
No me queda
ya ni el humo, y el recuerdo,
como débil brasa oscura,
languidece.

El telón ha descendido.
La mariposa se ha muerto
y la primavera, por la espalda,
me ha vencido.

hay dias que nada sale....


Podía haber sido jueves.
Pero no, era martes.
Podían haber sido las 8:20. Pero,.. tampoco. Eran las 8:15.
Podía incluso haber comprado caramelos de menta. Pero..., no sé porque ese día compré chicles con azúcar.
Ahora, sé el por qué de todo esto. Alguien lo tenia todo muy bien preparado.
No fue una casualidad que sonara el teléfono móvil, de aquel tío que se encontraba sentado a mi lado en el tren. Todo ocurrió muy rápido; aunque no me pilló por sorpresa.
De hecho lo esperaba. Sabía que todo ocurriría así.
Un tío de negro hizo aparición en el vagón del tren, y lentamente se aproximaba a mí, pasando por cada uno de los que estaban en aquel lugar.
Al llegar a mi asiento, me miró a los ojos y dijo:
- ¡Hola!. ¡El billete!.
Lo sabía, y la culpa de todo la tenía mi mujer. No sé como no sospeché antes de ella. La muy zorra.
- ¡No! - ,le contesté al revisor del tren.
- ¿No, qué? -, me contestó él intentando hacerse el longuis.
- ¡Que no, coño!. ¡Que no estoy dispuesto a que continúes tirándote a mi mujer!. - le repliqué enfadado.
- ¿Pero qué dice?. Yo solo quiero picarle el billete.
- Lo sé todo. - ,contesté.
Sé que eres tú el que ha cambiado la hora del reloj para que llegue 5 minutos tarde, y te dé tiempo a vestirte y marcharte de mi casa. Sé también que has sido tú el que me ha obligado a comprar chicles con azúcar, y hacer así que el viernes tenga que ir a visitar al dentista, y aprovecharte del momento para tirártela otra vez.
- Mire. Yo solo quiero ver su billete. Si no me lo enseña me veré obligado a tirarlo del tren. -, insistía el revisor una y otra vez.
Fue entonces cuando no pude aguantar mas su hipocresía y, tras quitarle el teléfono móvil al tío sentado a mi lado, le incruste la antena del teléfono al revisor por la oreja.

(Silencio)

Tres días mas tarde alguien pagó la fianza y pude salir de la cárcel.
En la declaración que firmé en la comisaría ponía:
Vanessa Fernández. 24 años. Sexo: Femenino. Soltera. Intenta meter teléfono móvil por oreja izquierda a revisor de tren, al tiempo que le acusa de mantener relaciones sexuales con su mujer.

(Silencio)

La verdad es que, no sé por qué me hice pasar por un tío al que le ponían los cuernos..

viernes, 18 de mayo de 2007

Volar...


¡¡¡Volar!!!.
¡Como si fuera tan fácil!.
Se creen que por tener un par de alas (bastante ridículas, por cierto) a la espalda, ya puedes coger y lanzarte al vacío así, como si lo hubieras hecho toda la vida.
No tengo ninguna necesidad, aunque me han dicho que para nosotros es necesario eso de volar, y volar bien, que de eso depende todo lo que hagamos a partir de ahora.
No sé si lo dicen de verdad o es solo un viejo truco para que los recién llegados a este mundo nos animemos.
También nos dicen que los mayores estarán a nuestro lado, que nos ayudaran y que nunca pasa nada y que... si fuese verdad eso de que no pasa nada no buscarían tantas justificaciones. ¿Acaso se olvidan de aquello de la fuerza de gravedad?
Y no solo eso. Si en un momento dado, logras mantenerte en el aire (cosa que dudo), ¿qué pasa con los aviones, enormes pájaros que transportan montañas de personas en su barriga? Por no hablar de huracanes, tifones y otras ventoleras varias. O esos tarados que van en todo tipo de aparatejos raros con y sin motor, con o sin alas (¿se puede volar sin alas?) que dicen que es deporte.
¡Y es que es cierto, eso de volar esta ya muy masificado, que a la que te descuidas te tragas un avión de esos o una nube de mosquitos o que sé yo!.
¡¡Volar!! ¿Quién leches inventó esto?
Seguro que era un masoquista por que, a la que te acercas al borde… ¡¡uuffff!! Que vértigo.
Yo sufro de vértigo; las alturas me dan miedo, se me revuelve el estomago, me entra un tremendo cosquilleo en las piernas y tengo que agarrarme, inmediatamente, a lo primero que pillo.
Así que, digo yo que podrían dejarme para cualquier otro tipo de trabajo, si es que lo hay; total llevo tan poco tiempo en este mundo, que no estoy seguro de eso de los diferentes trabajos posibles para los de mi especie.
Pero aun así, la respuesta es ¡no!, ¡¡Que no me muevo de aquí!!, Aquí estoy seguro; esto es acogedor y calentito, además por aquí veo que hay otros cuantos tan novatos como yo.
¡Que les pregunten a ellos a ver si quieren saltar al vacío por muchas alas que tengan!.
Aunque la verdad, hay algunos que tienen la cara iluminada, como por una tremenda ilusión (aunque yo no lo entiendo, lo juro); y eso que sus alas tampoco son tan bonitas que digamos. Tirando a normalitas, o sea, del montón.
Y conste que no es envidia, ¡Solo faltaría!
Si, si, lo sé. Lo reconozco.
No soy un espíritu aventurero, y sé que en definitiva no puedo culpar a nadie de esta situación. ¿A quien se le ocurre ser tan bueno durante su otra vida?
¿Volar?
...
- Angel numero 3.891, pase a la rampa de aprendizaje de vuelo.
Repito.
Angel numero 3.891, pase a la rampa de aprendizaje de vuelo, por favor.

jueves, 17 de mayo de 2007

A veces....

A veces el silencio esconde un millón de palabras ateridas, a oscuras, encerradas, aguardando el resquicio por donde derramarse al mundo y recorrer el precipicio de una mirada sobre las líneas desnudas.
Pero es demasiado terco el silencio este amanecer y apenas unos cientos de palabras descansan en los dedos y en la mesa.
Son evidentes las miserias del escritor siempre importuno, imposible conquistador de espacios que no le pertenecen, jugador alocado y egoísta que tira los dados marcados al tapete del abecedario.
Se rompen el ritmo y los colores, cuelgan los jardines como relojes fundidos de Dalí y comprenden las palabras que no pueden llorar las guitarras cuando la muerte se disfraza de alegría y viajan los sollozos en clase turista .
Estruendo, ruido, demasiado ruido para recordar a los vencidos.
Todo se entremezcla, se funde y se confunde en la vida.
Dicha y duelo comparten mesa y mantel a diario en las terrazas de lo cotidiano.
Todo baila al son de esta sinfonía.
Se igualan los extremos, las mil caras del universo.
Blanco y negro, en blanco y negro. Todavía la foto del mundo es en blanco y negro.
Se espera. Todo es esperar: al amor, la explosión del deseo, el milagro, al destino, el éxito, la partida.
Hace un requiebro el violín y los recuerdos aparecen con sus maletas de huesos y sus máscaras resecas.
Está podrida la madera, está intacta su belleza, está el tiempo horadando sus entrañas, sacando a relucir los temores de la vida por dejar de ser palpitación y desmesura.
Se rompe el silencio, se desgarra como una cuchilla de afeitar sobre la piel desprotegida.
Palabras, palabras. Se agolpan éstas sobre el folio.
El poso de vivir no acostumbra a dejarse ver en el té ni en la baraja.
El poso de vivir no son los restos de la cena que tiramos a la basura, ni ese garabato a lápiz que podemos borrar cuando nos place, ni esa madrugada que olvidamos al despertar por la mañana.
El poso de vivir es eso que nos observa por las noches al dormirnos, lo que alimenta la canción que entonamos a lo largo de la vida, es ese verso asonantado al que le sobran las estrofas de nuestra indecisión.
No son ciertos los dogmas.
Se revuelca el estómago de Dios con las arcadas del frío cada vez que abrazas sus sinrazones, cada vez que cierras los quicios y ventanas de la casa a los labios del hambre y la miseria.
Vuelan por la página las notas de un cielo libérrimo.
Y uno quiere jugar a la literatura encorsetada, marcada, definida, para acabar descubriendo que no hay más literatura que la libertad, que el juego de las palabras es el juego de la osadía.
Y en ese lance ando. En esa diaria batalla que la libertad y la osadía libran contra la palabra fin de las novelas pierdo y gano las miserias -grandes y pequeñas- de mi ensueño literario.
Un sol tranquilo invade las estancia y la hace suya con una caricia de luz, esta amaneciendo.
Un sol que lleva los dedos silenciosos y una respiración de espigas como ofrenda.
No dejan de creer las hojas ni las flores.
No cejan en su empeño de atrapar el sol en sus deslices.
Tal vez por eso no son impuros el dolor ni el beso incierto que robaste aquel día. En algún otro extremo del tiempo un juglar ensalza las victorias del guerrero, el espanto de la espada bañada en rojo.
Recita con ese acento extraño que tienen los que viven ajenos a su vida, inmersos en la existencia de los otros.
Me dejo llevar por el viento, por el canto de sirenas del azar de los renglones.
Se acaba la tinta que es la sangre azul de las metáforas.
Canta el gallo y reparo ahora que ya he negado siete veces mi destino.

crear


Intimidad,
nombrando con las manos mis deseos,
contándolos uno a uno, con los dedos.
Caminando a solas
pensando cosas, las ordeno.
Ideas que surgen, proyectos,
Crear espacios que no existían, de momento
y hacer malabares con ellos.

Romper el alma de los objetos:
son sujetos
Cada cosa creada esconde su misterio
y cada misterio un sueño.

Buenos dias


No seremos recordados por nuestras palabras sino por nuestras acciones.


La vida no se mide por cada aliento que tomamos sino por las cosas que nos quitan el aliento.
Hoy te deseo un día de milagros comunes, tal como una cafetera de café fresco que otro te preparó, una llamada inesperada de un viejo amigo, semáforos en verde camino a tu trabajo, la fila mas rápida en el banco, una canción favorita en la radio, encontrar tus llaves justo donde las buscas.

Te deseo un día de felicidad y pequeños trozos de perfección que te hagan sentir que Dios te esta sonriendo y te sostiene tiernamente porque tu eres especial y único.
La mano de un Dios sujetandote para que nunca caigas, la mano de un Dios pendiente de ti...
Buenos dias...

martes, 15 de mayo de 2007

Exposición di-versos

El pasado mes de noviembre-2006 (prorrogado también a diciembre) Mi compañera M. Rivera y yo hicimos esta exposición en la sala "La Invierna" de Leganés. Son obras hechas entre los dos y que mezclan diversas técnicas artísticas con los versos, con idea de celebrar y colaborar en los Otoños poéticos que se organizan en esta sala.


Espero que os gusten





"La pintura es poesía muda, la poesía es pintura ciega"
(Leonardo da Vinci)













lunes, 14 de mayo de 2007

pasión por las motos...

Pese a que a mi me gusta contar historias, esta de hoy no es mia, me la ha cedido un compañero del grupo de moteros con el que salgo, pero me ha gustado mucho y por eso quiero compartirla aqui, ya sabeis, siempre es mejor con una sonrisa...

HISTORIA DE UN PIQUE

A principios de los 70 rondaba yo los 4O años, así que si sacas cuentas, podrás averiguar mi edad. Si eres de los que piensan que la moto es patrimonio solo de veinteañeros, estás terriblemente equivocado, aunque también puede ser que algún día una CBR 900 negra (Fire Blade, por supuesto) te mande un par de aceleradas en el oído, o que en algún bar al costado de la ruta repares en algún anciano de pelo muy largo y canoso que desde un rincón de la barra, enfundado en su Garibaldi blanco, parezca conversar con su Nolan y un café siempre muy largo, sin prestar aparente atención a la conversación de los demás.
A veces me verás sonreír, tal vez alguna fantaseada que el estirado de turno está endilgando a sus colegas, o probablemente algún retazo del pasado que en aquel momento viene a buscarme. Si estás solo y buscas conversación, adelante, siempre estoy dispuesto a compartir un café (siempre muy largo) pero te advierto: soy peligroso, uno de los inconvenientes de mi edad es que los recuerdos y las anécdotas se agolpan en el archivo y pugnan como endemoniados por salir, así que cuando me tiran de la lengua o del procesador de textos, no se sabe nunca cómo va a acabar la cosa.
Y es justamente lo que me está pasando en estos momentos.
Ah, si, estábamos a principios de los 70. Después de 3 noviazgos fracasados mi situación sentimental era de paro forzoso, no así en el plan laboral, pues el sueldecito de la fabrica me permitía ir tirando, los amoríos que sí me habían ido bien, desde que a los 14 años me desvirgó una Guzzi, la Aleu, dos Montesas y la Ossa actual.
Ahora, rozando la cuarentena mi vida parecía estar a punto de dar un vuelco, acababa de conocer a Cuqui. Cuqui era quince años menor que yo, hija de un empresario potente y con unas curvas espectaculares. Solo había un problema, Cuqui odiaba las motos, a lo que no le di importancia; un tipo como yo, que había pasado mas horas con un depósito entre las piernas que con una almohada bajo la cabeza, sabría valerme de la técnica y de los recursos necesarios para revertir ese odio en un incontrolable amor. Así que a principios de aquel verano le propuse un pasar un hermoso día en la playa, ella estuvo de acuerdo y le pareció adecuado el lugar.
Claro que por entonces aún no existía la autopista, y para llegar allí había que pasar por las cuestas de Garraf, excitante carretera y entrañable amiga que yo consideré adecuada para mis planes: abrir los ojos de Cuqui a las inexplicables sensaciones de un relajado viaje en motocicleta, saboreando el sol, espíritu motero y la elegancia de la brisa marina acariciándole la piel.
Al principio todo fue bien. Con una conducción distendida y cien por cien turística empezarnos a enlazar los primeros tramos mientras mi pasajera iba ganando confianza poco a poco y empezaba a disfrutar del paisaje y la experiencia; sólo faltaba el violinista, querubines sembrando el asfalto de pétalos de rosa a nuestro paso y cupido enamorándonos con sus flechas impregnadas de amor.
Nuestro crucero era de unos 40 por hora en plan dominguero, como se acostumbraba a circular por aquel entonces detrás de los coches.
Entonces aquellos monstruos rompieron el hechizo de aquel remanso de paz y ternura, y nos devolvieron al planeta "tierra motorista", cuando pasaron rozándonos aproximadamente a la velocidad de la luz... Zum... Zummm... ZumZum ...Zuuumm...
Eran 8 o 9 motocicletas en perfecta formación de fila india y tan pegadas la una a la otra que mas bien parecían una única moto con un montón de ruedas y moteros encima. Dos segundos después las vi perderse cuesta arriba en un increíble ballet sincronizado a la izquierda, aceleración, destello de piloto trasero, y giro a la derecha. Noté un estremecimiento en las manos de Cuqui que apretaron con fuerza las costuras de mi chaqueta a la altura de los riñones. Volví mi rostro hacia ella sonriendo y seguí inmutable a nuestra velocidad de paseo; afortunadamente, al cabo de un rato noté que se relajaba otra vez.
Unos quince minutos después, a la salida de una curva volvimos a verlas, se habían detenido en una pequeña explanada a la derecha del asfalto y estaban contemplando la maravillosa vista que los acantilados y el mar les regalaban. Las matrículas de sus motos eran alemanas, y ellos también. Rubios, con cabellos lacios muy largos y barbas; solamente sus cascos eran ya un espectáculo, no se parecían nada a mi orinal de producción nacional, mas bien semejaban escafandras de astronautas, y las motos... Jamás había visto un espectáculo semejante. Sí había oído hablar de las japonesas, o había visto alguna fotografía, pero aquello... ruedas como de coche, carenados, semimanillares, frenos de disco y motores de 4 cilindros, increíble.
Aminoré aún un poco más la marcha para poder deleitarme un segundo más con aquella visión, pero la felicidad es efímera y las sobrepasé enseguida, así que después de echarles un último vistazo de admiración y envidia a través del retrovisor, los perdí definitivamente de vista.
Tras cinco minutos más de excursión, y justo al encarar una de las pocas rectas del Garraf, los vi crecer vertiginosamente por el espejo, lo primero que me chocó fue que todos llevaban las luces encendidas, detalle que antes no había apreciado; lo segundo fue que en cuanto se me echó encima el primero, no me adelantó, sino que se quedó un momento pegadito a mí para rebasarme muy despacio mientras le echaba una ojeada a mi moto. El segundo hizo lo mismo, repasando de arriba abajo mi Ossa, mientras señalaba mi máquina y le hacía un gesto con la cabeza al que iba tercero, los demás repitieron la operación a medida que me adelantaban, y yo me sentí como un imbécil sin saber si debía saludarles, fingir indiferencia o mirar también sus monturas, hasta que detrás de una escafandra de astronauta le tapa a uno la boca y algo la nariz, pero los ojos no, y cuando uno se ríe, no lo hace sólo con los labios, no señor; los europeos con motos japonesas se ríen con la cara, y eso se nota por mucho casco integral que lleven, y aquel engreído, el último de la fila, se rió, no sé si de mí o de mi moto, pero se rió.
Compréndelo, fue superior a mí, no pude hacer nada para evitarlo. Además dio la casualidad de que aquella carretera era una vieja conocida de antiguas aventuras, dio la casualidad de que se me cruzaron los cables y dio la casualidad de que mi Ossa no era una Mike Andrews réplica de aquellas, sino una yankee 500, con motor 2 tiempos, twin paralelo, perdón, entonces se decía bicilíndrico vertical enfrentado al sentido de la marcha, y con más de 70 CV de los buenos. Cuando todos los del grupo ya hubieron tenido la oportunidad de contemplarme como a un mono en una jaula, teniendo la delicadeza, al menos, de no tirarme cacahuetes, hicieron bramar sus motores y desaparecieron al final de la recta.
Yo, invadido por la serenidad de las grandes ocasiones, me ajusté las gafas que hasta entonces había llevado sobre el clímax, respiré hondo un par de veces, reduje tres marchas y le di al mango como un hombre.
Les juro que una de las cosas que más lamento en mi vida es no haber podido ver la cara del capullo aquel, cuando vio que se le echaba encima el chirimbolo con ruedas del que se había reído un minuto antes, le quité el polvo del lateral izquierdo de su bonito carenado y en la misma operación, casi sin querer, decidí deshacerme también del que le precedía justo a la entrada de una curva en la que acababa de aparecer un 600 conducido por un caballero calvo al que los ojos le crecieron asombrosamente alcanzando en un segundo el tamaño de dos huevos duros, los dos siguientes fueron realmente fáciles, debo reconocerlo. No se habían enterado aún de qué iba la misa y aproveché el tramo recto para enseñarles, cuando pasé al otro, que ya se había dado cuenta de la situación pero no pudo reaccionar, fue cuando empezó la fiesta de verdad, y los tres que iban delante de mí, después de un instante de estupor, varios titubeos, se agacharon sobre el depósito y empezaron a retorcer las orejas de sus japonesas. Pero resulta que en la casa Ossa, además de fabricar estupendos proyectores cinematográficos, también entendían algo de motos, así que no fue muy difícil chuparle rueda al siguiente, claro que adelantarle era otra cosa, los otros dos que quedaban delante nos iban tomando algo de distancia, así que no debía perder mucho tiempo con el que iba tercero, porque corría el riesgo de perderlos, en esto estábamos cuando, ¡Oh! Dios existe: después de negociar una de derechos, nos encontramos una pequeña recta y, al final, una curva bien visible donde iban a cruzar el Renault Gordini al que deberíamos adelantar y el auto que venía hacia nosotros.
El alemán dudó una décima de segundo, no podría pasar entre los dos vehículos, juntos. Un instante antes de ver iluminarse su luz de freno, yo ya había reducido una marcha y enroscado el puño del acelerador, y después de dejarle atrás, seguramente planteándose cambiar su Suzuki por una Torrot 49. Pasé entre el coche y el auto en pleno viraje creando el estilo que años después me copiaría descaradamente Ronaldinho para colarse entre los defensores del Compostela; y sin detenerme a pensar qué opinión tendrían de mi mamá el chofer y el dominguero, me lancé a la caza de los dos últimos modelos trofeos.
Me costó mucho alcanzarles, los malditos iban deprisa, pero al final me puse a rueda. Iban separados unos 20 metros uno del otro, mejor. Después de varios minutos sin que ocurriera nada mas que no fuera la insólita y rápida reducción del tamaño de las estriberas y el cromado de los escapes, llegué a su altura y lo mejor de mi vida fue aquel exterior, ¡qué trazada!, ¡qué finura!,¡qué aplomo y precisión! Dios mío si lo hubieras visto, arrasaría las votaciones para piloto del año.
Le sorprendí totalmente, pues no se esperaba que nadie tuviese pelotas de adelantar en plena curva ciego por el carril de la izquierda, bordeando además el acantilado de más de 50 metros de caída libre. Cuando le estaba pasando me pareció que el casco iba a salírsele de la cabeza, seguramente a causa de que se le pusieron sus largos pelos de punta, la boca se le abrió tanto que la mandíbula le asomó por la parte inferior del integral, y sus ojos. ¡Oh, sí!, en plena maniobra tuve la cortesía de mirarle a la cara, el tamaño de sus ojos dejaban en ridículo a los del pobre conductor de la 750.
Y ahí acabo todo.
El que quedaba delante, simplemente se rindió. Lo había visto todo por el retrovisor y seguramente decidió que el sol de España, las discotecas de Sitges y el cálido abrazo de mamá cuando volviera a su país valían mas que la locura de seguir peleándose con el demente aquel y su extraño cachorro, que al parecer tenía la costumbre de zamparse 8 ó 9 japonesas antes de desayunar. Así que desenroscó cobarde y lastimosamente el mango y le dejé atrás seguramente meditando sobre los misterios insondables de la vida.
Seguí un par de kilómetros más en solitario, dejando que allí detrás los vencidos se reagruparan en su humillante derrota y preparé mentalmente la entrega de premios.
Me detuve mas adelante al costado del camino y me bajé con rapidez de la moto y apoyándome en el depósito de combustible con aire de despreocupación, adopté mi posición, fingiendo contemplar relajadamente el paisaje, como ellos habían hecho antes.
Fue entonces cuando reparé en ella, ¡¡Cuqui!!, me había olvidado completamente que llevaba a mi posible novia como paquete.
Estaba entumecida, tiesa como una chasis de doble viga de aluminio, blanca como el carenado de Cardús en los duros tiempos de crisis "sponsoril" y la mirada perdida en el infinito, sentada sobre la Yankee con los brazos doblados y las manos agarrotadas en actitud de agarrarse aún a mi chaqueta como si yo aún estuviese allí.
Efectivamente, parecía que eso de las motos no era lo suyo.
Les oí llegar por la izquierda, decidí desentenderme un momento del problema y seguir con la pose de absoluta indiferencia, total serian un par de segundos necesario para que los vencidos se retiren, pero cuando aparecieron por la curva, redujeron la velocidad y se pararon todos ante mí.
Algunos se quitaron el casco y me miraron con una mezcla de respeto, admiración y perplejidad. El silencio se podía cortar con un cuchillo.
En un momento puede cambiar la historia de la humanidad, un pequeño detalle puede dar un giro a la vida de cualquiera o a su futuro, una nimiedad puede hundir al más magno y solemne triunfador en los más míseros de las ruinas: justo en aquel glorioso momento Cuqui me vomitó encima. Y no creas que fue una pequeñez, no, fue un verdadero chaparrón que me dejó paralizado y cubierto de arriba abajo por una espesa macedonia multicolor.
Se hizo de nuevo un silencio sepulcral, la estupefacción se dibujó en las caras de los alemanes, y a mí no se me ocurrió otra cosa que sonreír estúpidamente.
Aquello ya fue demasiado. De pronto sonó una estruendoso carcajada a la que siguieron siete más y aquello se convirtió en un manicomio. ¿Has visto alguna vez a alguien con un auténtico genuino ataque de risa?, pues prueba imaginarte ocho a la vez; es contagioso e imparable, no se puede hacer nada para detenerlo y a mí también me dio cuando Cuqui, que afortunadamente no llevaba ningún hacha, me soltó un tremendo sopapo y su mano quedó pegada en mi mejilla. En lugar de un enérgico ipaf! sonó un impresentable ichop! y, claro, no hizo el mismo efecto, desencadenando un agravamiento general del ataque de risa que provocó la huida de Cuqui, que se alejó, corriendo carretera arriba, agitando los brazos en alto y aullando como una sirena de una fábrica a la hora de salida.
Entonces, a uno de ellos le flaquearon las piernas por los espasmos de la risa y cayo con la moto como un saco de patatas, otro lloraba a carcajadas golpeando el deposito de su Kawasaki mientras un compañero, que soltaba como unos hipos entrecortados, les decía a los demás que se estaba desmayando, al tiempo que el que había caído estaba revolcándose en el suelo en pleno ataque y otro pataleaba una señal de prohibido adelantar, entre síncopes carcajeantes.
Así nos encontraron los de la Guardia Civil que, después de cinco minutos de intentos de averiguar qué rayos estaba pasando allí sin que nadie de los presentes les hiciera ningún caso ni viera capaz de otra cosa que contenerse el estómago, y respirar de vez en cuando.
Jamás volví a ver a Cuqui, se iría en auto a su casa, yo qué sé, los alemanes y yo acabamos con un porcentaje bastante elevado de las existencias cerveceras de Sitges, y anduvimos todo el verano juntos, intercambiando monturas y descubriendo parajes insólitos de nuestras carreteras costeras.
Han pasado casi treinta años y nos seguimos viendo, dos veces por temporada, una en el G.P. de aquí y la otra es Elefantentrefíen, adonde, por supuesto, acudo con la mítica Ossa Yankee 500 que aún conservo y que allí es venerada por nueve ancianos decrépitos que, sentados sobre la nieve y al abrigo de un fuego, brindan por ella, y a los que en el momento mas insospechado, y para alarma de sus coronarías, hernias y artritis, les sobreviene un ataque de risa sin que nadie entienda porqué.

Rafagas y V`s

algunas pinturas...





Poco a poco ire poniendo alguna de las pinturas que hago, espero que os gusten...








jueves, 10 de mayo de 2007

De perfil...




De perfil....
Casi sin dejarse, casi sin sentirlo,
imágenes robadas al tiempo
y plasmadas en una lienzo.

De perfil...
y jugando con colores oxidados,
casi sin asomar el rostro,
todo se ve, todo se intuye.

De perfil....
es la vida cuando pasas sin rozarla,
cuando, casi sin sentirla,
solo miras, solo observas.

martes, 8 de mayo de 2007

Mi mina

Mi mina

Bienvenidos los mineros que buscan,
los mineros que labran el suelo del alma
y hacen surcos con la pluma en un papel
o sacan a la luz lo escondido en un lienzo…
Bienvenido yo a mi propia mina.

Mina, mi nada…

Mi nada de sentimientos,
mi nada de confusiones,
mi nada de nada,
mi nada de libros,
de explicaciones, de sensaciones
mi nada de locura,
mi nada de afecto,
mi nada de un corazón en forma de avispero,
de amores platónicos,
amores tardíos
mi nada de besos,
de amor,
mi nada de pasión,
mi nada de palabras vacías,
mi nada de recovecos desnudos
mi nada de papel, letras y escritos
mi nada de soledad.

Ven, entra en la mina….

cuando ya no esté a tu lado...

QUIEN MIRA HACIA AFUERA; SUEÑA.
QUIEN MIRA HACIA ADENTRO; DESPIERTA"
Carl Jung



CUANDO YA NO ESTE A TU LADO

¿Quién sabe?...busca entre mis cosas, descubre mis misterios, un pequeño cuaderno de antiguos escritos...... hojas sueltas, cajas, carpetas, servilletas dobladas en cualquier bolsillo de cualquier chaqueta, palabras llenas de sentimientos, pensamientos y sangre .

Podrás encontrar dibujos, frases, fragmentos de canciones, escritos, recuerdos de restos humanos, ángeles y demonios, cielos e infiernos...muchas cosas indescriptibles....

Pero sin embargo, el corazón no tiene precio.

Mañana va a ser tarde, y cuando uno se quiere dar cuenta, esta ahí adentro otra vez, casi sin poder respirar, partiéndose las costillas y llorando sin llorar...escapa, corre, busca el agua, busca la vida, sé un poco loco, sé loco porque ser cuerdo resulta barato, ser mediocre es repugnante y ser normal aburrido...

Ahora, si, te hablo a ti que lees esto, guarda silencio, shhhh, trata de cerrar los ojos y escuchar las notas que producen la mezcla de felicidad y soledad ¿Que dicen? ¿Puedes oírlos?

La realidad existe y la fantasía también, la locura existe y la cordura también, pero sin embargo, el corazón no tiene precio...

sábado, 5 de mayo de 2007

.... bajar a la mina

.... bajar a la mina, cada vez que lo pienso, que lo leo, que lo hago, me trae recuerdos, bajar a la mina es sumergirse en algo muy propio, cavar dentro de uno mismo en busca de lo oculto, de lo que merece la pena, de lo que "me pone"...

Y tu que lees te preguntaras, pero bueno... ¿Y esto a que viene?.

Es sencillo, la mina en mi vida ha sido , por una parte, el trastero, el pequeño refugio donde paso horas haciendo cosas, donde guardo lo que voy creando, donde doy forma a lo que la imaginacion me pone por delante, y donde me estrello una y otra vez hasta conseguir los resultados que busco.

Pero tambien es algo mas que un espacio fisico, la mina es un espacio moral donde me encuentro a mi mismo y me voy haciendo mas y mas, ya lo dije antes, hurgando dentro de uno mismo, rebuscando en el interior, porque si algo tiene una mina es que cuando asomes, habra luz ....

Esto es un comienzo, solo un comienzo, mas adelante ire colgando aqui escritos, pensamientos, relatos, poemas, cuadros, fotos, .... suena a mucho... ¿ verdad?

Poco a poco, primero un pié y luego el otro, asi se termina andando, y cuando uno anda, ya está en marcha.

Un guiño dejo aqui, porque yo solo no sabria ponerme en marcha, tu ya lo sabes...