Hoy,
alguien me las dio mal dadas;
barajó mal las cartas
y esta partida resultó trucada.
Pero no he llorar
¡mal que le pese!
Apretaré los dientes,
me lameré la herida,
distenderé las riendas,
aflojaré la brida
y volaré en el aire,
sacudiéndome el polvo y las cenizas.
(¿O lloraré, aunque la pena
pretenda disfrazarse de sonrisa?)
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