martes, 6 de marzo de 2012

Estación de servicio....

A medida que vamos viviendo, transitamos por la inmensa autopista de los acontecimientos cotidianos que nos suceden, y siempre, repito, siempre, ya sean muchas (o pocas) veces habremos de detenemos en la “estación de servicio” donde además de cargar un poco del combustible vital necesario para seguir adelante -llamémosle amor, salud, sol, brisa o vida misma- es condición absoluta dedicarnos al menos un instante para la reflexión, posarnos cómodamente en el pedestal de la memoria y pegarle una ojeada a los titulares del periódico de nuestra propia existencia.


Recuerdo que fue en ese lugar casi ideal donde conocí a mi amigo más fiel, donde comprendí la risa y donde lloré por primera vez. Fue también ahí donde cometí mis primeros errores... y donde me arrepentí, también donde deje parte de mi equipaje para subir a una compañera (llamada felicidad) que se bajaría más adelante.



Vivir es eso, ir tomando de cada momento las cosas que consideramos oportunas, a veces las elecciones que hacemos son buenas, y nos llenan, nos aportan muchas mas sensaciones, otras veces, esas mismas decisiones que en su momento fueron buenas se agostan y se secan porque ya no dan lo que esperábamos o nosotros mismos no las hemos sabido cuidar lo suficiente.

Otras veces tomamos decisiones equivocadas, pensamos que eran buenas y nos salen “ranas”. De eso también se aprende.

Y hasta de vivir se aprende, se aprende a querer vivir, y a veces se aprende a no querer seguir mas allá y dejar todo. La esperanza, que siempre debería estar con nosotros, se ausenta a veces, y reaparece como los ojos del Guadiana.

La “estación de servicio” siempre esta ahí.

Es nuestro particular refugio.

Es única para cada uno de nosotros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizás nos volvamos a ver por la estación de servicio, nunca se sabe.

Anónimo dijo...

Es fácil encontrar una "Estación de Servicio" en nuestras vidas que nos de gasolina para seguir con ilusión, pero a veces la niebla nos impide llegar a encontrarla... Tenemos que hurgar en nuestro yo para reconocerla, y a partir de ese momento, una luz emergerá para seguir en ella y sólo tendremos que conservarlo.