martes, 18 de noviembre de 2008


Cristina mira la luna a través de la ventana, hace viento y las nubes que ya se adivinan mas que se ven, se abren para dejarla asomarse, y para ella esto siempre es un espectáculo especial, muy especial. Ya hace un rato que cenaron y su hermana esta estudiando para los exámenes de febrero tirada en su cama, al otro lado de la habitación, como ya va al Instituto y ya es mayor, esta noche no habrá los juegos de siempre, los bailoteos y las confidencias a media voz para que mama no las oiga hablar de “sus cosas” desde la habitación de arriba. Por eso mira la luna jugando al escondite con las nubes. Papá ya no vive con ellas y ahora Cristina se encuentra en uno de esos momentos en que no sabe que hacer, así que mira la luna.
Hoy fue un día muy raro, mama contó que había visto a una mujer caer como muerta en medio de la calle, y cuando Cristina le preguntó, mama le dijo que no era nada especial, como si de pronto alguien hubiese hecho “clic” en el interruptor y la señora se apagó, sin mas. No era nadie conocido, una señora en la calle, nada mas.
Cristina tiene diez años, diez años de vida en los que enfrentarse con algo así como la muerte solo ha sido a través de películas en la tele o en el cine, a veces ha oído que ha muerto tal o cual, pero nadie cercano y nunca ha visto a una persona muerta, aunque según mama es como si se hubiera desconectado, dormido.
Y ahora, mirando la luna jugar con las nubes al escondite, Cristina piensa que esa señora tendría familia, quizás una hija como ella que la echara mucho de menos y que lo mismo esa niña estará muy triste ahora. Muy triste porque no tendrá mas a su madre y muy triste porque no podrá abrazarla y darle un beso y decirla que la quiere…
Cristina mira por la ventana y el cristal le devuelve el reflejo de su imagen, la imagen de una niña con dos ojos grandes, ojos de asombro, de ganas de vivir, de ganas de soñar y de reír, aun recuerda que una vez le dijeron que la iban a llamar chispitas porque sus ojos echaban chispas de alegría cuando se reía, pero ahora los ojos no echan chispas, Cristina ha descubierto con diez años que hay una barrera que puede romper las ilusiones, que hay un fin que puede llegar en cualquier momento, y le da miedo, mucho miedo…
Mira a su hermana que sigue con su libro, y oye a mama arriba teclear en el ordenador trabajando, se levanta de la silla y sube las escaleras y desde la puerta mira a su madre.
.-¿Qué pasa Cris? Pregunta mama.
.- Nada, responde Cristina, venia a darte un beso.
Mama la achucha y la besa como siempre y el calorcillo de mama se contagia y se baja mas contenta.
Mama la llama Cris, últimamente a mama le ha dado por acortar los nombres, cuando salen a cenar al burguer de al lado de casa van al “Mac” lo demás ya se entiende.
Cristina se tumba en su cama y coge un cuaderno y un lapicero, la verdad es que no sabe para que, pero como cada uno esta a lo suyo, pues eso, y aun no tiene sueño, así que hace rayas, dibujos, cuadrados. Cosas sin sentido para matar el tiempo, mientras vuelve a sentir el miedo a esa desconocida que le puede robar lo que quiere.
Y piensa Cristina que todo el mundo ha de morirse algún día, hasta ella, porque en clase de naturales le han dicho que es así, que es el ciclo de la vida, como en el Rey León, nacer, crecer, reproducirse y morir, ese era el ciclo, pero entonces…. ¿ Por qué la muerte parece darle miedo?. No, dice Cristina, no es la muerte, en la tele veo que hay guerras y atentados y aunque me da pena, no es este miedo, es por si la muerte rondara a mi gente, a los que quiero, y mira hacia su hermana en la cama de al lado y piensa en su madre, y en su padre, y en los abuelos y en gente que conoce también y que no le gustaría nada que un día dejaran de estar.
Cristina mira las rayas dispersas en su cuaderno, y de pronto se da cuenta de una cosa, que a ella también la quiere mucha gente, y que también ella puede morirse, aunque solo tiene diez años y siempre suelen ser los mas mayores los que se van antes, pero vamos a suponer, si fuera ella la que se muriera…. Pues no le da tanto miedo, no tanto como que fueran mama o papá o su hermana, pero no le gastaría, porque aun tiene muchas cosas que hacer, muchas cosas que aprender y al final esto de morirse, pues si toca, toca pero antes hay que hacer muchas cosas…
Hace un rato no pensaba en estas cosas, lo importante era cada juego, cada salto , cada risa, cada día llegaba y daba paso a otro día que seria de nuevo estupendo si ella era capaz de saberlo disfrutar, debe ser que ya empieza a pensar como los mayores.
Cristina vuelve a levantarse y sube las escaleras a donde esta mama
.- Mama, dice Cristina, ¿Me enseñaras a pintar?
.- Claro cariño, si tu quieres
Cristina da un beso a su madre y se baja otra vez a su cama, mama esta preparando las clases de mañana, sus alumnos siempre están muy contentos con ella, entre otras cosas porque ella les intenta enseñar siempre con mucho cariño y preparando cosas y a veces hasta compra golosinas para ellos, pero es que mama es así, con Cristina también es así, pero multiplicado por mil.
Y si, quiere que mama le enseñe a pintar, y pasar tiempo con ella, y quiere ayudar al abuelo a hacer cosas, eso también le gusta, o meterse con mama y la abuela en la cocina, o correr por el parque o nadar en la piscina, porque, al final, ¿Por qué tener miedo de nada? Si lo que de verdad quiere es hacer cosas, muchas cosas y con la gente que quiere, con su familia, o con sus amigas del colegio.
Si, es febrero aun y aun el sol no calienta para jugar con los patines o montar en bicicleta, pero Cristina sabe que aunque el sol se esconda pronto por las tardes, queda aun tiempo para poder hacer muchas cosas y para haciéndolas, darle su cariño y su chispita de sonrisa a mucha gente.
No hay miedos, aunque se duerma sabe que mama bajara luego a arroparla y a darle el beso que cada noche le da pensando que ya duerme, y a veces Cristina es verdad que duerme, pero aun así lo nota, y lo sabe, y sabe que para su madre ella es muy importante y que la quiere mucho.
.- Silvia, ¿Tu tienes miedo? .Pregunta a su hermana.
.- ¿Miedo? ¿De qué?
.- No sé, de que nos pase algo malo.
.- Estate tranquila, estamos en casa, y mama no dejara que nos pase nada malo, responde Silvia.
Cristina mira por la ventana y ve en un claro la luna que la ilumina, y reflejada en el espacio justo que marca la luna ve su cara en el cristal y ve que sus ojos son dos lunitas que brillan de nuevo…

Cristina grita desde la cama…
.-Mama, que me voy a dormir ya
.-Bien, responde la voz de mama
.- Mama¡¡¡
.- ¿Qué quieres Cris?
.- Que te quiero...

1 comentario:

Anónimo dijo...

ufff, desde que tienes esa camara tan buena haces retratos hasta escribiendo, hay que ver...bueno, el finde hacemos otra sesion, a ver si esta vez nos sacas de perfil...en esta posamos demasiado de frente,;-)

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