Tengo la luz de mi flexo
dispuesta a lucir frente a la luna
y en el ánimo
escondida la sombra de una ausencia.
La puerta está cerrada(hierro y piedra).
Mientras,
suena despacio la música
que resalta
el silencio infinito de la espera.
El puente no acaba de tenderse.
La mañana, asesina de la noche,
se está alumbrando demasiado lenta,
demasiado hueca.
Está esperando el álgido momento
que a gritos se proclame ávido.
Cerca,....ya muy cerca.
Cuando la luz del alba
se espese, se comprima,
se apriete y suene
llamando impaciente ante la puerta,
con la sed en los bordes de la boca,
con la fiebre hiriéndole los labios,
con una ardiente sensación
de páramo y arena.
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